Este lunes por la mañana, el Vaticano confirmó una noticia que conmovió al mundo: falleció el papa Francisco a los 88 años, como consecuencia de una infección respiratoria con la que venía luchando desde hacía meses. El Sumo Pontífice, que residía en la Domus Santa Marta, murió a las 7.35, según informó el cardenal Kevin Josep Farrell desde Roma. La noticia no solo sacudió a la Iglesia Católica, sino también al mundo del fútbol, especialmente a los hinchas de San Lorenzo.
Jorge Bergoglio fue, antes que Papa, hincha, socio y fanático confeso del "Ciclón". Su vínculo con San Lorenzo nació en su infancia y lo acompañó hasta sus últimos días. Era el socio número 88.235 del club y asistió en varias ocasiones al Viejo Gasómetro, donde aprendió a amar los colores azulgranas. “Ser de San Lorenzo es parte de mi identidad cultural”, dijo alguna vez. Y no fue una frase para la tribuna: lo llevó con orgullo a todas partes.
Tras ser elegido como Sumo Pontífice en 2013, los lazos entre el club y Francisco se reforzaron aún más. Un año después de su asunción, San Lorenzo logró lo que parecía imposible: se consagró campeón de la Copa Libertadores por primera vez en su historia. La alegría no tardó en llegar al Vaticano: una comitiva del club viajó a Roma para visitarlo, entregarle una réplica del trofeo y compartir la emoción.
El homenaje de San Lorenzo al papa Francisco
Pero el mayor gesto de admiración mutua llegó en 2016, cuando una asamblea de socios aprobó que el nuevo estadio, en su regreso a Boedo, llevara el nombre de Papa Francisco. Aunque él, humilde como siempre, evitaba el protagonismo, en 2024 aceptó oficialmente el homenaje durante una audiencia con la dirigencia, que le llevó una camiseta retro, una remera de básquet, un fragmento del patio fundacional del club y una madera del Viejo Gasómetro.
En cada audiencia, en cada saludo a deportistas, en cada charla informal, Francisco sacaba a relucir su pasión azulgrana. Incluso durante sus apariciones públicas, cuando podía colarse algún detalle futbolero, su amor por San Lorenzo asomaba con naturalidad. Era más que un hincha: fue un símbolo de pertenencia para generaciones de cuervos.
Hoy, mientras el mundo lo despide con respeto y devoción, San Lorenzo lo llora como a uno de los suyos. Porque más allá de su investidura, Francisco fue, ante todo, un hincha de ley. Y como tal, su corazón azulgrana latirá por siempre en la historia del club.